“Como habíamos dicho en la útlima columna, las presiones inflacionarias globales empiezan a mostrarse y lo peor es que esta inyección de dinero sin esfuerzo, sin que conlleve trabajo y producción, al estilo keynesiano, crece. Lo que se condice con la creencia de que el gobierno debe cuidarnos, guiarnos y estimularnos en todo como si no estuviera claro que lo que nace de la violencia -de la que el Estado se arroga su monopolio- solo destruye, incluso en la salud en la que los privados en libertad han demostrado conducirse con mucha más eficiencia.”